¡ ALTO ! ¿ DONDE VAS SIN METAS ?
¿Cómo es que usualmente caminamos por la vida dando tumbos aquí y allá? ¿Será que no nos hemos planteado en serio la vida o, sencillamente, no le hemos dado un verdadero sentido a nuestra existencia? ¿O será, tal vez, que nos asusta pensar en por qué vivimos; en por qué estamos aquí y adónde vamos; en qué queremos ser en la vida y otras tantas interrogantes más? O, simplemente, que no encontramos respuestas, porque hasta ahora no nos habíamos hecho un planteamiento serio a este respecto. Sin embargo pongámonos a pensar: ¿qué puede esperar del futuro una persona que vive sin ilusiones, sin metas; qué balance podrá hacer al final de su vida?
Pues bien, para remediar esta situación y ser mejores, así como para darle un verdadero significado a nuestra vida, debemos fijarnos metas y objetivos precisos. Tener metas es tener razones para vivir, triunfos que conquistar y propósitos para luchar.
Examinando cuidadosamente cada aspecto de nuestra vida, podremos determinar los vacíos que deben ser llenados; pero no debemos hacernos un planteamiento superficial del problema. Tenemos que combinar razonablemente los aspectos materiales y espirituales y proponernos metas que abarquen todas las facetas de nuestro propio ser. Metas espirituales, humanas y materiales; una globalidad que abarque muchos fines, pues subestimar alguno de estos aspectos nos llevaría a una vida vacía e incompleta.
Triunfar significa mantener una verdadera armonía entre muchísimos factores. Entonces si queremos triunfar, vamos a plantearnos en serio nuestra vida, ya que se vive sólo una vez.
Plantémonos ideales que realmente valgan la pena, que realmente nos sirvan para llevar una vida plena y más útil. Establezcamos metas en función de nuestras propias necesidades, de nuestro interés específico, del ambiente en que nos desenvolvemos. No copiemos. Seamos nosotros mismos, auténticos y no permitamos que nadie anule nuestro juicio personal.
Sabemos que no es fácil, pero aún estamos a tiempo. Al igual que las grandes empresas, empecemos a planear el futuro, planifiquemos actividades a mediano y largo plazo. Organicemos planes y programas y cumplámoslos en la medida de nuestras posibilidades.
Elijamos correctamente nuestros objetivos; pues el no hacerlo nos llevará a una existencia gris y sin perspectivas y nos llevará inevitablemente a un descontento con nosotros mismos, que se reflejará en nuestra propia autoestima, en el carácter y hasta en la salud.
Para conocer cuáles son nuestras metas en la vida, hagamos una lista objetiva y sincera, que ésta se convierta en una verdadera declaración de principios y no en un pedazo de papel en el que hay un puñado de esperanzas; allí estará el programa de nuestra vida.
Haciendo esto estaremos dando el paso que marca el principio de una existencia plena y feliz. Ánimo,
¡SOMOS INVENCIBLES!
Mons.R. Emiliani.(es copia parcial )
Pues bien, para remediar esta situación y ser mejores, así como para darle un verdadero significado a nuestra vida, debemos fijarnos metas y objetivos precisos. Tener metas es tener razones para vivir, triunfos que conquistar y propósitos para luchar.
Examinando cuidadosamente cada aspecto de nuestra vida, podremos determinar los vacíos que deben ser llenados; pero no debemos hacernos un planteamiento superficial del problema. Tenemos que combinar razonablemente los aspectos materiales y espirituales y proponernos metas que abarquen todas las facetas de nuestro propio ser. Metas espirituales, humanas y materiales; una globalidad que abarque muchos fines, pues subestimar alguno de estos aspectos nos llevaría a una vida vacía e incompleta.
Triunfar significa mantener una verdadera armonía entre muchísimos factores. Entonces si queremos triunfar, vamos a plantearnos en serio nuestra vida, ya que se vive sólo una vez.
Plantémonos ideales que realmente valgan la pena, que realmente nos sirvan para llevar una vida plena y más útil. Establezcamos metas en función de nuestras propias necesidades, de nuestro interés específico, del ambiente en que nos desenvolvemos. No copiemos. Seamos nosotros mismos, auténticos y no permitamos que nadie anule nuestro juicio personal.
Sabemos que no es fácil, pero aún estamos a tiempo. Al igual que las grandes empresas, empecemos a planear el futuro, planifiquemos actividades a mediano y largo plazo. Organicemos planes y programas y cumplámoslos en la medida de nuestras posibilidades.
Elijamos correctamente nuestros objetivos; pues el no hacerlo nos llevará a una existencia gris y sin perspectivas y nos llevará inevitablemente a un descontento con nosotros mismos, que se reflejará en nuestra propia autoestima, en el carácter y hasta en la salud.
Para conocer cuáles son nuestras metas en la vida, hagamos una lista objetiva y sincera, que ésta se convierta en una verdadera declaración de principios y no en un pedazo de papel en el que hay un puñado de esperanzas; allí estará el programa de nuestra vida.
Haciendo esto estaremos dando el paso que marca el principio de una existencia plena y feliz. Ánimo,
¡SOMOS INVENCIBLES!
Mons.R. Emiliani.(es copia parcial )
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